Según se desprende de la última encuesta de opinión realizada
por Sigma Dos para Mediaset, así como
de un estudio de JM&A
elaborado para el diario Público, es más que probable que en las próximas elecciones generales, el
PP sea el partido más votado y
Ciudadanos el segundo en votos (aunque no en diputados), una circunstancia que
daría a Albert Rivera la excusa
perfecta para apoyar a Mariano Rajoy
en su hipotética investidura como presidente. «Aunque no coincidamos en nuestros planteamientos, damos el sí a la
candidatura de Mariano Rajoy por la coherencia democrática de permitir gobernar
al partido más votado». Este podría ser el argumento que tras el 20 de
diciembre esgrimiera Ciudadanos como coartada de un previsible pacto con los populares en el que Rajoy no mandaría y Rivera le podría exigir desde
ser él el presidente o bien acordar una alternancia bianual. Sea cual fuera el
acuerdo, lo cierto es que vendría precedido de una dura negociación en la que
el PP se vería contra las cuerdas ante la imposibilidad matemática de pactar
con ningún otro partido ya que, desde 2011, no sólo ha perdido la mayoría
absoluta sino también 65 escaños y cuatro millones de votos.
En la encuesta de Mediaset, al ser preguntados por
el pacto que preferirían, los encuestados se muestran mayoritariamente
favorables a una coalición PP-Ciudadanos (29,3%), quedando en segundo lugar una
alianza entre PSOE-Podemos (24,9%) que no permitiría un gobierno de izquierdas
ya que la suma de escaños entre ambas formaciones no alcanza el mínimo
necesario, y en tercer lugar la unión PSOE-Ciudadanos (20,9%) que sólo sería
viable si entre las dos formaciones consiguieran los cinco escaños que le
faltan a la hipotética coalición para poder gobernar.
Una interpretación rápida de estos sondeos nos lleva a la
conclusión de que la llave del próximo gobierno 2015-2019 la tendría Ciudadanos
si nada cambia en las próximas semanas, un mes corto en el que, probablemente,
el partido que lidera Albert Rivera podría captar aun más votos (sobre todo del
PP, pero muchos también del PSOE) gracias a su efectivo —y también populista—
gancho de presentarse como un partido de centro-centro
o bien de centro- izquierda
según lo exija la receptividad del
auditorio al que vaya dirigido su mensaje, una estrategia que les ha dado un
excelente resultado en su fulgurante ascensión, muy a pesar de la extraña
paradoja de que nieguen ser de derechas mientras que en los estudios
demoscópicos, la ciudadanía los considera mayoritariamente como un partido
conservador.
Aunque todo apunta (tertulias, artículos, opinión en la calle…)
a que el bipartidismo ha pasado a mejor vida, a título personal tengo la sensación de que mas que
desaparecer, ha evolucionado hacia una nueva variante de bipartidismo con bisagra, en cierto modo similar al que existía
cuando el PNV o CiU decidían quien gobernaría en España, con la salvedad de que
en esta nueva situación, el retorno a las mayorías absolutas parece improbable a medio plazo y deja la balanza de
la gobernabilidad en manos de un partido ideológicamente indefinido como es
Ciudadanos. Otra diferencia con aquella época, cuando Aznar hablaba catalán en
la intimidad, es que el poder de los partidos nacionalistas era tan limitado
como escaso su número de diputados, mientras que en la actualidad, Ciudadanos
es un partido que puede seguir creciendo e incluso superar al PP o al PSOE en
un breve plazo de tiempo.
Sea como fuere, es muy probable que todas las cartas
estén ya sobre la mesa, que todo esté decidido según vaticinan los sondeos y
que en los veintisiete días que quedan para las elecciones, muy poco puedan
hacer los partidos que aspiran a gobernar siendo que las campañas electorales
son más testimoniales que efectivas y que quienes acuden a los mítines lo hacen
con un voto decidido que hace innecesario el esfuerzo de los políticos que
durante dos semanas se dedican a besar niños y se dejan la voz lanzando
consignas a grito pelado a quienes no tienen necesidad alguna de ser convencidos
de nada.
Como sé que muchos lectores habrán notado en falta una mención a
Podemos, Izquierda Unida e incluso a la casi extinta UPyD y los partidos
nacionalistas, que nadie crea que he tenido un despiste, pues la omisión ha
sido intencionada habida cuenta de que, con la calculadora de contar diputados
en la mano, he estimado que poco o mas bien nada de lo que suceda tras el
recuento electoral de la noche del 20-D dependerá de estas formaciones.
Como colofón, me gustaría matizar que el motivo por el que he
escrito este artículo es mi convicción de que Mariano Rajoy ha sido el peor y el
más gris presidente de gobierno que hemos tenido en estos casi cuarenta años de
democracia, circunstancia por la cual me preocupa que este señor pudiera
apoltronarse cuatro años más en la Moncloa.
Desde una perspectiva nada agorera aunque sí realista, ignoro si
aun sería posible hacer algo por evitar que vuelva a ser presidente un
candidato tan desaborido e inepto cuyo mayor mérito es su triste récord de
promesas electorales incumplidas, así como un exasperante retardo en la toma de
decisiones y una imagen carente de carisma que en nada ayuda a transmitir
tranquilidad a la ciudadanía en los momentos de incertidumbre.
Confío que este artículo ayude a reflexionar a quienes aun no
han decidido su voto y, sobre todo, a quienes no piensan votar a pesar de estar
descontentos con la situación socio-política que desde hace años atraviesa
nuestro país.
Alberto Soler Montagud
Médico y escritor
Médico y escritor
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