A sólo mes y medio para que llegue
el 20 de diciembre, me ha llamado la atención escuchar en un telediario que Ciudadanos y Podemos proponen legalizar la marihuana justo ahora,
en vísperas electorales. La noticia me ha parecido tan oportunista,
electoralista y hasta frívola que cuando la he cotejado con muchas de las
verdaderas necesidades de la ciudadanía he sentido rabia y tristeza.
Reflexionando sobre las ofertas –muchas de ellas absurdas— de
los partidos políticos, obsesionados por conseguir votos en las semanas previas
a las elecciones, me he decidido a escribir este articulo sobre como contemplan
las distintas formaciones, en sus programas electorales, un tema tan serio y
apremiante como es la legalización, la regulación y la despenalización de la
eutanasia.
El
derecho a una muerte digna es una necesidad que todos los días afecta a un sector
de la población que sufre dolor físico y moral en los estadios terminales de enfermedades
mortales, así como a sus seres queridos, impotentes ante la dolorosa agonía por
una espera que se eterniza cuando el sufrimiento podría ser aliviado y
evitable.
Es
encomiable el esfuerzo que desde 1984 realiza la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD) para
sensibilizar a la población y a los partidos políticos para que incluyan la
eutanasia en sus respectivos programas. Se trata de una asociación sin ánimo de lucro (cuyo
presidente de honor es el filósofo y escritor Salvador Pániker y su presidente
el doctor Luis Montes Mieza) dedicada
a promover el derecho de toda persona a disponer con libertad de su cuerpo y de
su vida, y a elegir libre y legalmente el momento y los medios para
finalizarla, así como para defender el derecho de los enfermos terminales e
irreversibles a morir sin sufrimientos, si este es su deseo expreso.
Aprovechando que nos encontramos en
campaña preelectoral, DMD está celebrando una serie de debates-coloquios a los
que invita a representantes de todos los partidos políticos, sin excepción,
para conocer cual es su postura programática ante la eutanasia e intentar
sensibilizarlos frente a un problema real para el que, según una encuesta específica
del CIS, el 73,6% de la población reclama una ley de
eutanasia y el 80,5% considera que la legislación debería autorizar a los
médicos para que puedan poner fin a la vida y a los sufrimientos del paciente
que libremente lo solicite.
Hace muy
pocos días, el pasado martes 2 de noviembre, tuvo lugar una de estas reuniones
en el Aula Magna de La Nau, en la
Universidad de Valencia, y me llamó la atención (viene siendo la tónica
constante) que tanto el PP como Ciudadanos declinaran la invitación alegando
problemas de agenda, mientras que el resto de partidos convocados acudieron sin
excepción tanto a éste debate como a los que se vienen celebrando en casi todas
las ciudades del territorio nacional.
Es un
hecho que la postura ante la eutanasia divide a la derecha y la izquierda y que
la postura de la Iglesia católica tiene que ver mucho al respecto. En este
sentido, Francisco Delgado, presidente de Europa
Laica,
criticaba recientemente que la Iglesia propicie la penalización de la eutanasia
porque, según dijo, «vivimos en un Estado confesional dentro de una
Constitución aconfesional».
Es muy
significativo que ni Ciudadanos ni
el Partido Popular mencionen la
eutanasia en sus programas electorales. Tampoco el programa de UPyD hace, de momento, ninguna alusión
al tema.
Respecto
al PSOE, en el debate de las
primarias socialistas de 2014, Pedro Sánchez prometió que, si llegaba a ser
presidente de Gobierno impulsaría una «ley de muerte digna», la misma promesa
que en 2004 Rodríguez Zapatero incorporó a su programa y que jamás llegó a
cumplir, pues la postura de los socialistas ante este tema siempre ha sido más de
intenciones que de hechos. Es por ello que parece reiterativo que, una vez mas en
campaña electoral, el PSOE se muestre sensible ante este problema aunque sin matizar
el contenido de una hipotética ley ante la que los socialistas sólo han dado
bandazos indefinidos, a excepción de la contundencia con que en su día se
pronunció el ministro de Bernat Soria, quien llegó a anunciar una comisión de
expertos y solicitó unan amplia encuesta del CIS para pulsar la opinión
ciudadana sobre la eutanasia antes de ser cesado y sustituido por Trinidad
Jiménez.
En su programa, Izquierda Unida
considera como derechos ciudadanos a los cuidados paliativos, el tratamiento
del dolor, la privacidad y la titularidad de la historia clínica así como el derecho
a una muerte digna.
Por su
parte, Podemos establece el derecho
a una muerte digna, mediante la elaboración y ejecución de un plan de cuidados
paliativos que reconozca y aborde el derecho a morir sin dolor, con dignidad y
evitando el encarnizamiento terapéutico, así como el respeto y la defensa de
las personas en su derecho a decidir qué asistencia sanitaria quieren recibir
en el momento próximo a la muerte, expresado en un registro de últimas
voluntades, que se considerará vinculante, será respetado por los profesionales
sanitarios y constará en la historia clínica del paciente.
Siendo que estamos a punto de ser tentados con el sin fin de
caramelos que los partidos políticos nos van a ofrecer a cambio de nuestro voto
(desde puestos de trabajo por doquier y una bajada general de impuestos hasta
la legalización de la marihuana) quisiera reclamar el respeto que merecen quienes
cada día sufren para morir, permitirles que puedan hacerlo en paz y sin dolor, que
los políticos antepongan las auténticas necesidades a la hora de hacer y priorizar
sus ofertas y que, por una vez, afronten la eutanasia con realismo y con la
verdad por delante; que no se limiten a hacer promesas electorales para
regularizarla, que promuevan y validen el testamento vital y que reconozcan el
derecho a una muerte digna muy por encima de otros asuntos que, sin duda tendrán
gran valor político pero carecen de trascendencia para la dignidad humana.
Alberto Soler Montagud
Médico y escritor
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