viernes, 20 de febrero de 2015

Rafael Prats Rivelles - In Memoriam (1943-2015)






El 18 de febrero de 2015, murió en L´Eliana (Valencia) 
el crítico de arte, escritor y periodista, Rafael Prats Rivelles



Querido amigo Rafa:

Me encuentro sentado a una mesa en el pub donde cada tarde meriendo un café con leche.

Perdona que te escriba a través de mi teléfono móvil. Me consta que un veterano periodista como tú considerará una herejía que recurra a tan atrevida modernidad para convertir en palabras las ideas, pensamientos y sentimientos que hoy brotan de mi corazón tras conocer tu repentina ausencia.

Te anticipo que, intencionadamente, pienso a recurrir a la manida metáfora de comparar la vida con un viaje. Imagino que tan trasnochada comparación te parecerá algo cursi, pero intuyo que sabrás disculparme como siempre que has tenido la deferencia de estar de acuerdo conmigo, incluso cuando me has corregido sin que yo me percatara de que, además de amigo, ejercías como ese maestro y referente que siempre has sido para mí.

Como decía Serrat, desde ayer por la tarde, cuando supe de tu muerte, "no hago otra cosa que pensar en ti" y en el viaje que has decido emprender después de estar varios meses despidiéndote de quienes te queremos y nos negábamos a aceptar una realidad que, tarde o temprano, amenazaba con materializarse, como finalmente ha sucedido, súbitamente, cuando todo hacía prever que aun estarías unos años más con nosotros.

Hoy estoy mas convencido que nunca de que la vida es como un largo viaje en tren. Con estaciones y con destinos que pocas veces decidimos y para los que siempre deberíamos estar preparados. Según he ido aprendiendo de la experiencia, en cada trayecto de ese inexorable viaje, es preferible equivocarse al elegir una ruta que no bajarse del tren por impotencia o confiar que sean otros quienes decidan por nosotros.
También he asimilado que conseguir una plaza confortable puede servirnos de ayuda para desempeñar con más confort nuestros cometidos, pero a sabiendas de estar dispuestos, por si llegara el momento, a viajar en asientos de madera o incluso ir sentados en el suelo si las circunstancias así lo impusieran.

Estas son reflexiones que hemos hecho juntos muchas veces y, en cierto modo, enseñanzas que he aprendido de ti cuando me contabas tus experiencias profesionales y tu peregrinar por emisoras de radio y periódicos en tu lejana juventud, unas veces con más incomodidades que otras pero siempre con éxito y trabajando según el dictado de tu conciencia y, sobre todo, con una ética intachable y con una ilusión a prueba de bombas para que nada ni nadie pudiera arrebatarte tus ides, tu bonachona socarronería y tu inteligente sentido del humor.

Hemos hablado en diversas ocasiones, querido Rafa, de lo importante que es saber recuperarse ante la adversidad y lo útil que resulta aprender de la experiencia para llegar ser tan sabio como tú lo eras.
Me consta que el último trayecto de tu viaje, mi buen amigo, ha sido largo y denso en sufrimiento aunque injusta y relativamente breve si consideramos que merecías haber conocido unas cuantas estaciones más en las que haber disfrutado y hacernos disfrutar con tus experiencias aunque te fuera cada vez más difícil conciliar el ritmo de tus posibilidades con las exigencias de unas circunstancias que tu debilitado cuerpo necesitaba fueran cada vez más serenas y pausadas.

En tu última etapa me resultó obvio como ibas asumiendo (a veces consciente y otras inconscientemente) la cercanía de tu meta y que, mas tarde o más temprano, te verías forzado a abandonar tu vagón con la dignidad que siempre te ha caracterizado, algo que finalmente has hecho con la certeza de haber sido un honesto y digno viajero que ha vivido y ha dejado vivir; que ha querido y se ha dejado querer; que ha estado donde debía estar y que ha dejado huella y simiente en ese tren de la vida que, desde ayer, seguirá su camino sin ti pero lleno de ti, de tu obra y de todos esos recuerdos que, quien sabe si algún día, en algún lugar que no sé si existirá, podremos disfrutar juntos de nuevo si el destino así lo decidiera.

Sin duda, amigo Rafa, haber compartido un trocito de mi vida contigo ha sido un privilegio. Sólo por estas prerrogativas y por la existencia de personas como tú es por lo que merece la pena vivir aunque, a veces, la vida nos parezca tan injusta.

Buenas noches, buena suerte y feliz viaje.


Tu amigo

Alberto Soler Montagud

No hay comentarios:

Publicar un comentario