jueves, 4 de septiembre de 2014

¿Regeneración democrática por parte del PP?





Al parecer, el Partido Popular se acaba de percatar de que la democracia española adolece de limpieza en muchos de sus políticos e instituciones y ha propuesto un pacto de regeneración democrática que aspira a consensuar con todos los partidos parlamentarios. Sin embargo, parecen poco sinceras las inquietudes de los populares por manifestarlas justo cuando el bipartidismo se resiente tras la irrupción de una nueva formación –Podemos– que en pocos meses se ha convertido en la tercera fuerza en intención de voto gracias al desencanto de una ciudadanía estafada que difícilmente se fiará del súbito afán regenerador de quienes han propiciado la actual degeneración democrática con sus tibias respuestas ante los casos de corrupción en su partido. 

José Luis Centella, portavoz de la Izquierda Plural, ha sido contundente al afirmar que “el PP no tienen autoridad política ni ética para hablar de regeneración democrática mientras su ex tesorero Bárcenas siga en la cárcel y aun no se hayan explicado los motivos en el Parlamento”.

Aunque algunas de las proposiciones regeneradoras de los populares suponen un cambio de rumbo (por ejemplo, la regulación de los indultos que hasta ahora rechazaban) y otras serían hasta bien recibidas por casi todos los partidos (como la reducción en el número de aforados o la imposición de un tope en los gastos de campañas electorales), resultan del todo increíbles –las propuestas– cuando al mismo tiempo, el partido en el Gobierno quiere imponer una reforma de la ley electoral que les permita obtener más alcaldías para mantenerse en el poder ahora que las encuestas les descabalgan de la mayoría absoluta. 

Tan unánime es la oposición de todos los partidos a la elección directa de los alcaldes que pretenden los populares (una cacicada que Rita Barberá quiere ampliar a las presidencias de las comunidades autónomas) que haría imposible el consenso de regeneración democrática que pretende la derecha. Como muestra un botón: el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha impuesto como condiciones para negociar un consenso que se dé marcha atrás en la reforma electoral así como la retirada de la contrarreforma de la ley del aborto y de la ley de seguridad ciudadana.

Sin embargo, y pese a esta reacción técnica por parte de los socialistas, se intuye cierta connivencia de intereses en lo concerniente al interés de las dos formaciones mayoritarias para preservar el bipartidismo. Llama la atención la postura de Alfonso Guerra al apostar por un “cambio de rumbo” en la relación entre la derecha y los socialdemócratas a fin de prevenir la proliferación de los “neofascismos y los neocomunismos, dos monstruos que estaban dormidos desde hacía años [y que ahora] renacen de sus cenizas”, dicho como clara alusión a Podemos aunque sin citar al partido que lidera Pablo Iglesias.

Si bien es cierto que  la crisis económica, social y de valores ha ocasionado en Europa una pérdida de confianza y un renacimiento de fascismos y de posturas comunistas extremas, no es menos cierto que la reacción de regeneración democrática que ahora propone la derecha española, y también el ansia de los socialdemócratas por buscar un entendimiento entre los dos partidos mayoritarios (el cambio de rumbo al que alude Alfonso Guerra), tienen un tufo sospechosamente coyuntural, interesado y dirigido más a perpetuar el bipartidismo que no a prevenir el renacimiento de monstruos a partir de sus cenizas o beneficiar los intereses de la ciudadanía. 

Y si no, al tiempo.



Alberto Soler Montagud
Médico y escritor

No hay comentarios:

Publicar un comentario