miércoles, 21 de mayo de 2014

La petulancia de los mediocres



(dedicado a quienes adornan fantasiosamente su curriculum)  





Así como antes se decía que “el papel es muy sufrido”, hoy podemos asegurar que las redes sociales lo son aun más en la medida que casi nadie comprueba la veracidad de lo que en ellas se publica, posibilitando que muchos descontentos y frustrados, acicalen sus respectivos curriculums con aditamentos que, sin ser mentiras palmarias, son verdades a medias que propician la confusión por su intencionada ambigüedad.

Traigo esto a colación tras ver en la red de redes –en su variante Facebook– el perfil personal de alguien a quien creo conocer bastante bien, que nunca ha ejercido la docencia y que, sin embargo, habla de «mis alumnos» e incorpora un lacónico estudié tal carrera (que omito para no despertar suspicacias) tergiversando la realidad al hacer creer que  matricularse en una o más asignaturas universitarias en un momento de la juventud puede convertir a cualquiera en licenciado o doctor por obra y gracia de la confusión con que alimenta su vacuo ego.

De ningún modo hay crítica alguna por mi parte al exponer esta circunstancia. Aunque sí quisiera dejar constancia de que esta práctica (inflar y maquillar la lista de méritos personales) es algo que frecuentemente se asocia con la baja autoestima, la frustración por metas no alcanzadas o la petulancia de tantos engreídos que recurren a palabrerías y eufemismos con intención de engalanar una realidad que da muy poco de si y en nada les satisface.

Los resultados, en estos casos, suelen ser tan patéticos como triste sería que un basurero –profesión que merece mis respetos siempre que quien la ejerza se los gane con su entrega profesional y calidad humana–  se autodenominara como un “profesional técnico municipal especializado en la recogida y traslado de detritus a los centros de procesamiento” cada vez que alguien le preguntara por su actividad laboral.

Curiosamente, si nos trasladamos al polo opuesto, resulta interesante comprobar como la humildad y la modestia con la que muchas personas se refieren a si mismas, es más discreta y recatada conforme mayor es el rango y prestigio social por ellas alcanzado. 

Mencionaré la anécdota de alguien que me fue presentado en cierta ocasión y quien, en el curso de nuestra primera conversación, me dijo «yo trabajo en la universidad» sin especificar si era administrativo, bedel o profesor. 


Luego supe que era el rector.


Alberto Soler Montagud
Médico y escritor




1 comentario:

  1. Una vez oí decir a alguien que "La envidia es el reconocimiento del propio fracaso. Sólo envidian los fracasados y los mediocres"... Quizás por eso inflan sus currículums.
    Siempre leo sus artículos, y me parecen muy acertados, pero nunca me había decidido a escribir...hasta hoy. Quizás porque hay algo que yo detesto, y es la mentira, la falta de humildad. Y esa gente que infla los "curriculums" peca precisamente de eso, de no saber lo que es ser humilde y sincero, y les puede la envidia y el sentirse fracasados.
    Yo soy una humilde profesora de secundaria desde hace 26 años, en el programa de diversificación los últimos 17. Y teniendo en cuenta que "hay profes que dicen, otros que explican, otros que demuestran, y otros que inspiran"...espero ser al menos de los dos últimos, o por lo menos no del primero.
    Un saludo. Lourdes

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