miércoles, 11 de diciembre de 2013

¿DEPENDEMOS DE PSICÓPATAS DE CUELLO BLANCO?






Abunda en las altas esferas un estereotipo de individuos que aunque simulen tener conciencia social sólo actúan por sus ansias de acumular dinero y poder. La psiquiatría los llama psicópatas aunque la inmensa mayoría nunca matan (al menos directamente) como sucede con los asesinos en serie de la ficción.

Se caracterizan por ser mentirosos y narcisistas, manipuladores con gran encanto en apariencia aunque por dentro sean gélidos y ajenos a los afectos que fingen. Adictos al poder y al dinero, son impacientes, buscan recompensas inmediatas a sus anhelos, se creen inmunes a las consecuencias de sus tropelías, rechazan normas y leyes, delinquen con facilidad sin mostrar vergüenza o arrepentimiento, carecen de emociones (que no obstante fingen), muestran una nula ansiedad ante el peligro (circunstancia que les impele a actuar con premeditación y una falsa valentía que no es mas que  irresponsabilidad debida a su incapacidad para sentir temor) y eluden con frecuencia a la justicia falseando creíblemente la realidad y negando lo que se les imputa.
  

Psicopatía, capitalismo y poder

Como la psicopatía es cuatro veces mas frecuente en los estamentos sociales que ostentan el poder, hay quienes deducen que el capitalismo se habría convertido en una fuente de psicopatía social al premiar ciertas características de la personalidad psicopática. No obstante, la realidad pone en evidencia que también el comunismo y otros totalitarismos dan cobijo a líderes, altos cargos y funcionarios con rasgos similares a los descritos y cuya única meta es su enriquecimiento personal.


Psicópatas políticos y psicópatas de cuello blanco

Aunque hay muchos tipos de psicópatas, nos bastará sólo con dos para la reflexión que este artículo pretende promover:

(a) Los “políticos con rasgos psicopáticos”, son unos presuntos servidores públicos que sólo trabajan para sí mismos (a pesar de fingir un interés social) y que se aferran patológicamente al poder, les cuesta delegar y son reacios a dimitir si se les descubre en una ilegalidad.

(b) Los “psicópatas de cuello blanco”, son individuos no muy distintos a los anteriores (con quienes suelen relacionarse) que desde bancos, empresas, iglesias y organizaciones sin ánimo de lucro, amasan inmensas fortunas sin importarles perjudicar a pequeños ahorradores y hasta organismos oficiales corrompiendo a funcionarios proclives al cohecho con tentadoras ofertas.


Conclusiones

Nuestro país sufre los desmanes de políticos de distintas ideologías, empresarios, banqueros, representantes sindicales y miembros de una familia aparentemente intocable, y la culpa de ello, además de la imputable a  los presuntos psicópatas, la tiene la resignada apatía de la ciudadanía y los políticos que les protegen al considerarlos ciudadanos ejemplares y un modelo a seguir

Es deber de todos no elegir en las urnas a quienes exhiban comportamientos psicopáticos como los descritos ni tolerar su presencia en las instituciones públicas y/o privadas, tarea harto difícil habida cuenta de que los especímenes de esta calaña, una vez acceden al poder es muy difícil conseguir que lo abandonen.



Alberto Soler Montagud
Médico y escritor

martes, 3 de diciembre de 2013

Lo que muy pocos dicen del cierre de Canal 9








Ayer cómplices y hoy periodistas arrepentidos

El affaire del cierre de la RTVV ha desencadenado una insólita reacción de arrepentimiento por parte de los periodistas que durante años callaron ante la censura de la que eran cómplices y ejecutores; reacción que me confunde hasta el extremo de no saber por cual de estos dos refranes populares decidirme: “Mas vale tarde que nunca” o “A buenas horas mangas verdes”.

A título personal, consideraría respetable la postura de los periodistas de Canal 9 que ahora denuncian al ente público si se hubiera producido cuando tenían un puesto de trabajo seguro aunque su ética profesional cuestionada. Habría sido plausible que los profesionales que ahora denuncian la manipulación informativa de la RTVV se hubieran atrevido a plantarse, micro en mano y hace años, en la estación del metro de Jesús (ahora Joaquín Sorolla) para manifestar su oposición al silencio que se les impuso respecto al trágico accidente de la línea uno. Que lo hayan hecho ahora puede ser digno de encomio (mas vale tarde…), pero chirría que sea justo a los cinco minutos de haberse quedado en la calle y sin trabajo, una circunstancia que resta credibilidad a quienes fueron la voz de su amo al servicio del PP y nada hicieron por evitarlo.

Pero no son sólo los periodistas quienes dan muestras de incoherencia sino también aquellos ciudadanos que no tenían sintonizado Canal 9  en sus televisores, se vanagloriaban de no ver nunca sus emisiones y sin embargo lamentan el cierre.

Me desconcierta también la postura de quienes parecen enterarse ahora de que RTVV ha sido una oficina de contratación de cómplices amigos (no sólo afines al PP) dispuestos a dar y recibir favores. Consideremos que RTVV creció hasta convertirse en un monstruo de casi 1.800 empleados cuando, por ejemplo, Levante TV (la cadena de TV del periódico Levante) emite todos los días con sólo 19 trabajadores incluyendo presentadores, periodistas, técnicos, cámaras, administrativos  e incluso dos comerciales.

En la actual situación socieconómica, muchas empresas se ven forzadas a recurrir a unos ERE que nadie cuestiona aunque a todos duelan, por ello carece de lógica que sean tantos quienes reivindican mantener una TV autonómica con una plantilla que supera la de todas las cadenas estatales de televisión privada: Antena 3, La Sexta, Cuatro y Tele 5 juntas.

De pronto me da la impresión de que muchos se comportan como sordo-ciegos y a otros les viene de nuevo lo que está sucediendo: periodistas que ven la luz y se arrepienten de la falta de ética profesional que exhibieron por miedo al despido, televidentes que nunca lo fueron y que ahora lloran el cierre de una TV que no veían, valencianos que quieren que se readmita a una plantilla cuantitativamente innecesaria para mantener RTVV mientras guardan silencio ante otros ERE…

Hay algo que no me encaja y que, en cierto modo, me recuerda a una escena del film Casablanca en la que el prefecto de policía francés –interpretado por el gran actor Claude Rains– asiduo de la mesa de póquer del bar de Rick, obedeciendo órdenes de los alemanes dice "que escándalo, que escándalo, de pronto me he enterado de que en este local se juega y debo cerrarlo".


Declaración de principios

Para que nadie se llame a engaño, quiero dejar bien claro que:

1. Me duele el cierre de Canal 9.
2. Me duele el despilfarro y la corrupción que lo han propiciado.
3. Me duele que casi dos mil trabajadores, cuya inmensa mayoría no tienen culpa de la hipercontratación llevada a cabo en RTVV, sean los principales perjudicados.
4. Reivindico una TV autonómica plural, que no esté al servicio de la ideología del gobierno de turno y que emita íntegramente en valenciano.
5. Exijo una televisión autonómica que no sea una agenda de colocación de amigos ni un pozo sin fondo de creación de puestos de trabajo innecesarios o inexistentes.
6. Considero imprescindible el único modo de acceder a una plaza de trabajador en dicha radiotelevisión sea a través de una oposición y no por designación. También que el número de trabajadores del ente público autonómico sea el justo necesario, ni uno más y ni uno sólo menos y que se considere que, según estimaciones de expertos en medios audiovisuales, RTVV podría seguir emitiendo con una plantilla de doscientos empleados.


Dejo constancia de que este artículo lo he escrito desde la reflexión y sin seguirle el juego a ninguna ideología mas que a la racionalidad y a la ética de un sistema democrático libre de abusos y corrupción.



Alberto Soler Montagud

Médico y escritor