viernes, 11 de octubre de 2013

A ANA BOTELLA SE LE VA LA PINZA









Aunque hace un par de años ya recomendé el video de Youtube incluido en este artículo, recurro a él de nuevo como excusa para formular unas sencillas preguntas que ayuden a reflexionar sobre una medida promulgada por el ayuntamiento de Madrid que, junto a otras que le preceden, cuestionan  la idoneidad para que Ana Botella siga en el cargo que ostenta como alcaldesa no electa.

El video muestra a un grupo de músicos callejeros procedentes de distintos lugares del planeta quienes, gracias a un eficaz montaje y sin necesidad de que hayan tenido que reunirse en una sesión, nos brindan una versión colectiva de la preciosa canción Stand by me” (“Cuenta conmigo”) de Ben E. King.

Durante la escucha,  nada importa que los músicos sean blancos o negros, ricos o pobres, analfabetos o letrados. No es relevante si piden o no limosna tras cada actuación, si alguna autoridad local les ha dado permiso para cantar o si han superado un examen para demostrar sus cualidades.  

Escuchar sus armonías y la exquisita coordinación del montaje del audio invita a sentir una paz interior que nos hace creer que esta mierda de mundo puede ser algo mejor. Es algo que se va haciendo hace patente segundo tras segundo mientras avanza la audición.

Escuchemos y luego, intentemos reflexionar respondiendo a unas preguntas.







De Madrid…  al infierno del absurdo

Como muchos sabrán, el pasado 9 de octubre el Ayuntamiento de Madrid concedió un mes de plazo a los músicos callejeros que amenizan las calles para que se presenten a un examen en el que deberán acreditar su calidad interpretativa ante un tribunal del que nada sabemos acerca de sus conocimientos musicales, aunque podemos intuir que su carencia de sensibilidad y empatía por las clases marginales está mas que asegurada.

Consta en la solicitud que los aspirantes deberán indicar qué tipo de música interpretan y el número de intérpretes que son en el caso de que se trate de un grupo y no de un solista.

Se solicita (como si de una oferta de trabajo se tratara, vaya ironía) el currículum de cada artista callejero. También se advierte que las actuaciones no se podrán llevar a cabo en las zonas acústicamente protegidas de la ciudad aunque se nada dice de si, a posteriori, se proyecta decretar zona acústicamente protegida a todo el centro de Madrid, incluidos los subterráneos del metro. Son tan capaces de hacerlo que no es mi intención ironizar al plantear tal suposición.

Aunque la excusa oficial de esta medida, dicen, obedece al deseo de  "garantizar el derecho al descanso de los vecinos", si se rasca en el cascarón de la hipocresía de la alcaldesa y sus aláteres, es fácil intuir un trasfondo de exclusión y de presunto exterminio (dicho sea con todas las reservas que la sinonimia permite) de cientos de individuos pertenecientes a colectivos marginales. Recordemos que hace pocos días (¿formará todo parte de una misma campaña?) se hizo público que el ayuntamiento de Madrid piensa multar hasta con 750 euros a quienes ejerzan la mendicidad por las calles y que la cifra ascenderá a 1500 en caso de acoso o coacción como ofrecerse para limpiar parabrisas en un semáforo.


Pero, vayamos  a las preguntas:

¿No parece una falta de humanidad multar a quienes ejerce la mendicidad?

¿No resulta sugestivo que tal falta de caridad cristiana la haya parido una ‘ex-niña pija’ y ‘ex niña bien’  (hoy pija adulta y 'mujer bien  ajada'), católica apostólica y romana para mas señas?

¿No es digno de análisis que esta misma individua fuera capaz de irse de vacaciones a un spa portugués poco después de conocer la noticia de la tragedia de Madrid Arena?

¿No chirría a la razón que para tocar un instrumento en la calle tenga que aprobarse un examen mientras que a los políticos que dictan tal norma sólo les baste demostrar su capacidad para engañar a los electores con falsas promesas?


Dos últimas preguntas como despedida

¿Será esta otra maniobra del PP para acabar con la cultura, o tal estemos ante un intento de crear puestos de trabajo en las calles para favorecer a los músicos que van yendo al paro falta de subvenciones?

¿Es decente equiparar a los solistas y las bandas musicales callejeras  con esas otras bandas organizadas que promueven la mendicidad y la prostitución utilizando métodos coercitivos con los que obligan a sus esclavos a ejercer tan denigrantes actividades?

No haré ningún comentario.



Alberto Soler Montagud
Médico y escritor

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