jueves, 5 de septiembre de 2013

SALUDO FASCISTA VERSUS PUÑO CERRADO





Confieso mi rechazo al saludo fascista y a la bandera que ondeó en la España franquista en contraste con mi tolerancia por el gesto  del puño cerrado. Puede que sólo sea una cuestión de sensibilidad, estética y racionalidad, no obstante intentaré argumentar tal sentir habida cuenta de los encendidos alegatos que pululan por los medios en defensa de los jóvenes conservadores que hoy añoran unos tiempos imperiales que no conocieron.
Son tan apasionadas algunas soflamas que hoy me ha desconcertado leer una artículo en Levante EMV criticando a Esteban González Pons (se le tildaba de traidor) por haber considerado una «estupidez fotografiarse o mofarse haciendo gestos nazis o fascistas» y que quienes así se comportan «no merecen pertenecer al Partido Popular»





Los defensores de la bandera con el águila de San Juan, argumentan que la heráldica de los Reyes Católicos incorporaba un águila ya en el siglo XV (lo que es cierto) aunque silencian que el escudo y el águila de Isabel y Fernando (diseñado por el Cardenal Cisneros) sólo sirvió de inspiración a Dionisio Ridruejo aunque poco o nada se pareciera al que –por encargo directo de Franco– recreó como emblema del régimen surgido del golpe de estado contra la II República.
Igualmente, los presuntos historicistas, defensores de rancias esencias, razonan que el saludo fascista no es tal (ni siquiera nazi) sino sólo un ademán procedente de la Roma de Trajano, Augusto o Marco Aurelio. Lo que tampoco es totalmente falso.
Pero es la esencia lo que traiciona a las formas y son éstas quienes definen a quienes las ostentan.

Si bien es cierto que el puño cerrado se levantó en momentos nefastos como fue la dictadura totalitaria del estalinismo que tantos millones de muertos causó, también es de justicia reconocer que no es este genocidio lo que ensalzan quienes hoy levantan el puño cerrado al manifestarse en nuestro denostado país. Como tampoco era opresión, gulags o dictaduras del proletariado lo que los atletas simpatizantes del Black Power, reivindicaron al levantar el puño en los históricos juegos olímpicos de 1968.




Resulta curioso que en ningún momento histórico que se haya gestado una reivindicación noble (como fue la defensa de los derechos de los negros norteamericanos) se haya utilizado el saludo nazi o fascista como símbolo de lucha social y sin embargo sí el puño cerrado. 


A quienes comparan el saludo fascista con el del puño cerrado (por considerarlos igualmente perniciosos), habría que recordarles que el puño cerrado ha estado vinculado a momentos trascendentes de la historia de la humanidad, a la reivindicación de los derechos humanos, a lo que hoy consideramos el derecho a un estado de bienestar, a los derechos de los trabajadores, a la abolición de la esclavitud laboral, a los derechos de los niños, a la igualdad sin distinción de sexo, condición, raza o credo, en el derecho a la educación o  a la sanidad. Y un larguísimo etcétera.
No debe considerarse baladí que el saludo fascista, tal cual es hoy conocido, esté prohibido (desde el final de la Segunda Guerra Mundial) en Italia, Alemania y Austria, países que sufrieron el fascismo y el nazismo desde los extremos de la causa has los más crueles efectos.
Es por ello que considero justificada mi tolerancia ante quienes optan por manifestarse y levantan el brazo con el puño cerrado, mientras me indigna la actitud de los jóvenes de las nuevas generaciones de la derecha española que se fotografían saludando con el brazo en alto y la palma extendida. 
Como argumentación a mi postura, reto a quienes defienden que el saludo fascista merece honor y respetabilidad para que citen un solo logro pacífico de derechos humanos, equidad o justicia en la historia de la humanidad que se haya conseguido saludando del mismo modo que saludaban los nazis o los fascistas. 
Alberto Soler Montagud

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