Viernes 7 de junio 2013 a las 17:30 horas
Casa del Libro
Ruzafa, 11 Valencia
Presentación de la antología de relatos cortos
GOLPE A LA CORRUPCIÓN
Con motivo de
la inminente presentación de una antología de relatos cortos sobre la
corrupción en la que participo como coautor y, por deferencia de mi editor,
también como prologuista, pienso en ella –la corrupción– como una mezcolanza de
dislates en la que pervertir, depravar, sobornar y dañar, conforman un modus operandi muy proclive a
manifestarse en los ámbitos políticos, empresariales y financieros, aunque
también se exprese en otros tan dispares como son el religioso, lingüístico, académico,
los medios de comunicación e incluso algunos tan insólitos como el informático
(¿quién no ha oído hablar de los archivos
corruptos que tanto mal hacen al software
de un ordenador?), siempre con
un denominador común: los individuos corruptos tienden abiertamente a abusar de
su poder para obtener beneficios personales en perjuicio del interés colectivo.
¿Que es la
corrupción?
Definir la
corrupción puede ser relativamente sencillo, si se la contempla como una
transgresión intencionada de las normas con la finalidad de obtener beneficios
privados. Esto sucede a través de sobornos a cargos públicos (por ejemplo,
conseguir contratos o poder edificar donde antes era imposible), fraude fiscal,
evasión ilegal de divisas, impago de impuestos, contabilidades en “b” a
expensas de dinero opaco al fisco y un sin fin de tejemanejes que desconocen
los límites que impone la ética mas elemental.
Acostumbrarse
a la corrupción
Conforme la
corrupción va extendiendo sus tentáculos en los organismos públicos, la
tendencia sociológica de la población es la de aceptarla como algo ‘normalizado’
e inherente a la idiosincrasia de ciertos grupos de poder. La consecuencia a
nivel individual se plasma en una desensibilización de la ciudadanía a ser
solidaria y contributivas conforme se siente engañada por los políticos y el
estado al percibir la aparente impunidad que se le confiere a quienes delinquen a gran escala.
La
consecuencia es una falta de conciencia y una desmotivación social para pagar
impuestos, al interiorizarse en cada contribuyente la percepción de que
defraudar puede ser lícito y aceptable.
Factores
que propician la corrupción
Hay factores
que propician tanto la corrupción como la indulgencia social hacia la misma
como, por ejemplo, la identificación del éxito con el dinero.
Otro factor
sería la prevalencia de la moral
heterónoma sobre la moral autónoma,
es decir, la proclividad a cumplir las leyes sólo por miedo al castigo pero no
por un respeto interiorizado a las mismas.
Influye también
como predisponerte la falta de conciencia por parte de la población de que los
bienes públicos que aseguran el bienestar social, no surge por generación
espontánea sino a través del pago de los preceptivos impuestos.
Si a todo
esto añadimos que, en ocasiones, la justicia la dictan los mismos político
corruptos, la sensación de que sus actos quedarán impunes al castigo es
desalentadora y promueve la resignación del ciudadano y su predisposición a
delinquir tal cual hacen los dirigentes.
Perfil
psicológico del corrupto
Desde una
perspectiva psicopatológica, el corrupto es un individuo que, sistemáticamente,
ignora al “otro” y prescinde de
los valores éticos, morales y cívicos que garantizan la equidad en la
convivencia.
Su modus
operandi responde únicamente a pulsiones encaminadas a satisfacer su ego y sólo llegan a frenar sus impulsos
(y a respetar las normas) por temor a las sanciones, represalias.
Otra
singularidad del corrupto es su irresponsable sensación de invulnerabilidad,
una representación mental que les hace creer que sus fechorías pasarán
desapercibidas y nunca serán juzgados ni condenadas. Al creerse inmunes e
invencibles, los corruptos descartan las consecuencias negativas de sus
actuaciones y esto les lleva a ser temerarios, jactarse de sus actividades
ilícitas y mantenerse en sus puestos por su patológica negativa a reconocer
jamás sus delitos por muy palmarias que sean las pruebas que los inculpan.
Psicopatológicamente,
podemos englobar a los corruptos en dos grandes grupos: el corrupto
narcisita (están convencidos de que son superiores, necesitan ser admirados
y carecen de empatía para conectar emocionalmente con los demás), y el corrupto
antisocial (sienten necesidad de mostrar superioridad, son manipuladores,
violan sistemáticamente los derechos del otro y son propensos a actos
delictivos).
¿El
corrupto es un psicópata?
Una vez
expuestas las singularidades que definen la corrupción y conocidos los rasgos
que perfilan al individuo corrupto, llama poderosamente la atención que son
muchas las características que éstos comparten con los psicópatas.
Definamos
previamente a los psicópatas como unos individuos depravados moralmente con una
deficiencia en el control de sus emociones e impulsos, nula adaptación
a las normas éticas y sociales, tendencia a la violencia planificada, inteligencia y carencia de
emociones y carencia de ansiedad y por tanto de temor (hay quien compara a los
psicópatas con un hermoso coche deportivo de alta velocidad con frenos
defectuosos).
¿Qué hacer
para acabar con la corrupción en política y/o la impunidad del político corrupto?
1-Revisar los conceptos y valores
que rigen en nuestro organigrama social. La corrupción es consecuencia de una
relajación en el cumplimiento de las normas, un crisis de valores y una
regresión en la estructura social.
2-Ser exigentes con los partidos y
con los políticos que muestren tibieza ante casos de corrupción en sus filas y
rechazar la tendencia partidista de proteger a los propios militantes cuando
recaen sobre ellos indicios de corrupción.
3-Revisar exhaustivamente el sistema
de financiación de los partidos políticos y hacer controles financieros
encomendados a comisiones objetivas e imparciales independientes del gobierno.
4-Propiciar una mayor independencia
judicial y una justicia más rápida.
5-Modificar la ley electoral
dirigida a confeccionar listas abiertas que penalicen a lo presuntos corrupto,
e incluso instaurar el voto negativo,
un voto que no suma sino que resta a
quien lo recibe y que, sin duda, reduciría el absentismo.
6-Una mayor transparencia como
elemento imprescindible en una sociedad que , como la nuestra, necesita
erradicar la plaga de la corrupción que afecta a reyes y villanos, gobernantes
y gobernados, hombres de Dios y hombres dejados de la mano de Dios, todo en medio de en un tinglado donde
nadie dimite ni reconoce su culpa; donde presuntos implicados e imputados siguen
ocupando sus escaños por muy contundentes que sean los indicios que sobre ellos
recaen y –lo que es muy alarmante– al amparo de sus respectivos partidos que se
sienten atados de pies y manos para cesarles por miedo a las consecuencias.
Colofón
Asistimos
impasivos a una farsa en la que los políticos y los dirigentes corruptos
mienten y se contradicen por sistema; carecen de vergüenza y de escrúpulos en
sus comparecencias y actuaciones; se muestran fríos, serenos y mesurados cuanto
más graves son las situaciones en que se ven implicados; faltan el respeto a
quienes les votan y les hacen creer que empatizan con sus necesidades cuando,
en realidad, sólo buscan satisfacer sus pulsiones de poder.
Si consideramos
que los rasgos descritos en este colofón se dan tanto en los corruptos como en
el perfil psicológico de los psicópata, cada cual debería sacar sus propias
conclusiones y obrar en consecuencia.
Alberto Soler Montagud
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