lunes, 8 de abril de 2013

URDANGARÍN ENSEÑARÁ EN QATAR A TOCAR LAS PELOTAS










Hoy me he desayunado con la noticia de que el aun duque de Palma, ha recibido una propuesta para ejercer como ayudante de su amigo Valero Rivera y hacer las funciones de segundo entrenador de la selección de balonmano de Qatar. Según parece, la respuesta de Urdangarín a la oferta laboral ha sido afirmativa y, no solo eso, también se lo habría notificadado al rey, tal vez siguiendo su costumbre de mantener a su suegro informado de todo lo que hace.

Iñaki Urdangarín, no contento con haber tocado las pelotas durante años en España, quiere hacerlo ahora en Qatar, un rico emirato del Golfo Pérsico (tercer país en reservas de gas del mundo) con cuyo emir y esposa mantienen una excelente relación la Familia Real española. Doy por supuesto que el lector avezado entenderá que “tocar las pelotas” es solo una alusión a palpar los balones que se emplean en el deporte del balonmano y que, muy a pesar del juego de palabras a que pueda dar lugar esta expresión, no es intención por mi parte entrar en tal divertimento.


Sin problemas por parte de la fiscalía
¿Pero como se va a ir el duque tan lejos si está imputado?, se preguntarán muchos. Pues sí señor, al parecer, el fiscal del caso Nóos, Pedro Horrach, (el mismo que ha exigido al juez Castro que le retire la imputación a la infanta) no ve inconveniente en que Urdangarín salga de España; de hecho ni siquiera le ha retirado el pasaporte al no apreciar riesgo de fuga.
Es decir, que en un país como es el nuestro, nos encontramos con que a un tal Francisco Correa se le envió a la cárcel con carácter preventivo por los graves cargos que se le imputaban (lo que fue una decisión correcta de acuerdo a ley), mientras que dos imputados por presuntos y graves delitos económicos como son Luis Bárcenas e Iñaki Urdangarín, están en la calle y sólo al primero se le ha retirado el pasaporte cuando la presión popular ha dado muestras de no aguantar más insolencias y chulerías procedentes de tan jactancioso personaje.

Tener un suegro rey es un chollo
Como si fuera una tomadura de pelo en contra de la ciudadanía, hace años, el Rey, tras instar a su yerno a dejar unos negocios presuntamente ilegales (cuando su obligación era denunciarlo en un juzgado en vez de encubrirlo) y buscarle un destierro de lujo como consejero de Telefónica en Washington, ahora que el caso Nóos ha salpicado a su retoña (y de rebote a la institución), surge una nueva ayuda para que el duque salga discretamente de escena. Esta vez con destino a Qatar (es tradicional la amistad y vinculación fraternal de la Monarquía Española con los países árabes) y con la excusa de contratar como segundo entrenador a quien –braguetazos aparte– no fue más que uno de los jugadores del equipo de balonmano (amén de su pertenencia como profesional al FC Barcelona) que consiguió una medalla de bronce para España en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000. 

¿Por qué dejamos que se rían de nosotros de este modo?
Esto se sale de madre. Se está provocando demasiado al pueblo español cuando la situación es extremadadamente grave como para andarse con tonterías y lo prioritario sería salir de una crisis que obliga a millones de españoles a vivir por debajo del umbral de la pobreza.
La institución monárquica no puede permitirse ya más el lujo de ser tema recurrente en las tertulias más chabacanas de la prensa del cuore
El horno no está para bollos y ciertos gestos y actitudes que antes podían ser hasta graciosos en la Familia Real, hoy desquician a casi todos.
Quienes no se sienten monárquicos, aguantan cada vez peor vivir en un país con una monarquía parlamentaria en la que al rey ya no le sirve de coartada su campechanería de antaño. Los errores y los patinazos de Juan Carlos son tan notorios como evidentes han sido sus escarceos con cargo al contribuyente que por fin han salido a la luz pública sin autocensura por parte de la prensa. 
Al monarca ya no le está permitido vivir de rentas en base a su valiente papel aquella noche del 23-F de 1981; un papel, por cierto, que aun cuestionan muchos y que solo la historia esclarecerá en el futuro.

No es momento para plantear el dilema: monarquía versus república
Sin embargo, desde la mayor sensatez que soy capaz de acopiar en mis reflexiones, proclamo que tampoco sería ahora buen momento –como algunos pretenden– para plantear un tránsito de la monarquía a una república. 
Por muy republicano que me sienta –y me siento–, considero que  plantear este debate en la coyuntura actual sería un suicidio social que empeoraría aun más la situación cuando vivimos necesitados de soluciones, y nada mejor que estas se cimenten sobre las estructuras que sustentan la actual democracia. O dicho de otro modo, tal vez no sea este un momento de ruptura sino mas bien de reformismo.
Y sin duda, una de las primeras reformas debería afectar a una Constitución que nos fue útil durante el tránsito del franquismo a la democracia, pero que ha quedado obsoleta, vieja en muchos aspectos y que debería ser revisada –de una vez por todas y sin miedo– en cada uno de ellos.

Ni la madre que la parió
En 1982, cuando los socialistas llegaron al Gobierno, Alfonso Guerra pronunció una frase que a muchos hizo gracia y que ahora puede cobrar un nuevo sentido, muy distinto al que entonces se le imprimió: "a España no la va a conocer ni la madre que la parió".
Veamos por qué:

Si las prebendas medievales de inmunidad (e impunidad) de ese señor intocable llamado Juan Carlos no desaparecen; 
Si el trato recibido por la infanta Cristina (socia de Noós en un cincuenta por ciento) no es el mismo que el que está recibiendo la esposa del Diego Torres y su imputación se paraliza; 
Si a Urdangarín no se le retira el pasaporte de inmediato y se le mete en prisión preventiva tanto a él como a Bárcenas; 
Si no hay un gesto rotudo de honestidad por parte de los partidos de gobierno y oposición que parecen encubrirse para tapar y silenciar cada cual las vergüenzas del otro; 
Si todo esto no sucede tal y como los españoles demandan y exigen por ética y por decencia, las consecuencias podrían ser tan dramáticas que, efectivamente, tal vez la España que quedara de todo esto no la conozca ni la madre que la parió.


Alberto Soler Montagud







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