miércoles, 23 de enero de 2013

EL FUTURO DEL PP ESTÁ EN MANOS DE BÁRCENAS Y NO DE LOS AUDITORES







Un serio problema de estrategia se le presenta a Mariano Rajoy si quiere salir bien parado del affaire de los veintidós millones que, presuntamente, Luis Bárcenas puso en Suiza a buen recaudo, o los también presuntos sobresueldos que habría pagado en negro a altos cargos del PP durante años. Pues, si perjudicial sería para Rajoy  que se confirmara su conocimiento de estos manejos, peor sería quedar como un 'presidente lelo' ante cuyas narices se repartieron sobres con dinero mientras él defendía la honorabilidad del repartidor movido por algo más que preservar su presunción de inocencia. 


El careto de los populares es todo un poema

El ambiente en la sede de los populares es todo un poema a juzgar por los caretos de sus prepotentes altos cargos. No hace falta ser buen observador para darse cuenta de que, quienes siempre comparecen ante los medios oliendo a perfume caro, con porte altivo, sonrisas falsas, mentones alzados y cejas ceñudas que expresan el desdén que sienten al creerse por encima del bien y el mal, parecen ahora una legión zombis cabizbajos y circunspectos que con meditabundos gestos ponen en evidencia la desazón que sienten en sus entrañas.


Rubalcaba debería aprender de Pepa Bueno

Un buen ejemplo lo tuvimos en el lenguaje no verbal que la señora Cospedal mostró el lunes 21 de enero durante la rueda de prensa matinal que siguió a la reunión del Comité Ejecutivo Nacional del PP, celebrada poco después de que la periodista Pepa Bueno la sometiera a un tercer grado ‘de libro’ en una entrevista que pasará a la historia del periodismo y de la que el señor Rubalcaba debería aprender para saber cómo y qué se debe preguntar y exigir al Gobierno en la contundente operación de acoso y derribo (al estilo Zaplana-Acebes, por ejemplo) que debería poner en marcha cuanto antes y en beneficio de todos los españoles.


La farsa de las auditorías

En un intento de decir “somos-un-partido-honrado-y-a-demócratas-no-nos-gana-ni-Dios”, ese mismo lunes de barcenitis galopante, Mariano Rajoy anunció que se harían dos auditorías –una interna y otra externa– para esclarecer si hubo sobresueldos en el PP y/o irregularidades contables.

Pero, como a esta alturas, quien esto escribe se ha vuelto más escéptico que el griego Pirrón de Elis (por principios y tal vez en defensa propia) no pude evitar una maliciosa sonrisa que rematé con una estruendosa carcajada. Porque hacer una auditoría (o dos, o tres, que más da) para descubrir si hubo un delito contable según lo que pongan en unos inmaculados libros que estarán más maquillados que la momia de Lenin, es una pantomima que promueve la hilaridad.

¿A quien se le ocurre pensar que alguien del PP, por muy cretino que sea, entregará a los auditores los libros de la ‘contabilidad B’, si es que estos existen? Por favor, seamos sensatos.

Esto es una comedia y el resultado de las auditorias podría redactarse ahora mismo sin necesidad de llevarlas a cabo. 

Es imposible que, de existir fraude, el modo de ponerla en evidencia sea una paródica auditoria, pues la dirección del partido no facilitará el acceso a ninguna contabilidad que previamente no haya sido revisada y blanqueada a conciencia.

Como dijo mi apreciado Antonio Miguel Carmona, con muy buen tino, en el especial de ‘Al rojo vivo’ del pasado sábado por la noche  “esto no es tarea para auditores sino un trabajo para Eliot Ness”. 
Y llevaba más razón que un santo.


Colofón
La salvación y la honorabilidad del Partido Popular no depende de las auditorías anunciadas sino de lo larga y lo venenosa que llegue a ser la lengua de Luis Bárcenas así como de las negociaciones y los pactos a las que el PP llegue con él, un ladino personaje que siempre se jactó de “grabar todas las conversaciones, tanto lo de dentro como lo de fuera del partido” así como de llevar durante décadas una escrupulosa contabilidad de la que, es de suponer, guardará libros y apuntes a buen recaudo.
Y esto no ha hecho más que comenzar.


Alberto Soler Montagud

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