viernes, 21 de septiembre de 2012

¿ALGARABÍAS, QUIMERAS…? NO, SOLO INDEPENDENCIA






Las ansias independentistas que Cataluña reivindicó en la Diada del pasado 11-S han conseguido no solo que a Rajoy le crezcan (aun más) los enanos sino que el rey tenga de nuevo un tropezón, esta vez por culpa de una carta que alguien le escribió y que él monarca firmó antes de ser colgada en la web de la Casa Real. Entre quimeras, galgos y podencos, en su misiva, Juan Carlos apeló una vez más al espíritu de la Transición al tiempo que recurría a unos manidos clichés como “el trabajo, el esfuerzo, el mérito, la generosidad, el diálogo, el imperativo ético y el sacrificio de los intereses particulares en aras del interés general…".  O sea, más de lo mismo por parte de una institución que atraviesa sus más bajas horas y que con este mensaje, más que calmar ha avivado las ansias independentistas de un pueblo que en un alto porcentaje rechaza una españolía impuesta.


El ‘problema’ catalán


Sería un error minimizar, y aun más negar, la evidencia del 'problema catalán' habida cuenta de la magnitud del deseo plasmado en unas estadísticas favorables a la segregación de España en un 46%-51% según distintos sondeos. 

Aunque muchos opinen que la actual reivindicación es una más de las que el gobierno catalán suele plantear al Estado español, en esta ocasión parece ir más en serio. Ya de entrada, el encuentro entre Rajoy y Mas no culminó con una escena de sofá , ni el presidente de España confesó “parlar català en la intimitat” ni el catalán acabó cediendo en alguna de sus demandas como en ocasiones anteriores hicieran sus predecesores.


Crisis económica, una buena excusa

La crisis económica es un caldo de cultivo que ha soliviantado a muchos catalanes que aun no habían mostrado su malestar por estar dentro de España, a la fuerza. 


Existe el agravante de que muchos creen que manifestarse a favor de la independencia equivale a protestar contra la crisis y que ésta no existiría si Cataluña fuera un país independiente. Un craso error que no han desmentido quienes deberían haberlo hecho.

Así planteado hay que contemplar tres problemas que coexisten en un mismo escenario: El primero es la crisis económica que azota tanto a Cataluña como al resto del Estado español; el segundo el pacto fiscal que la Generalitat le exige a España; y en tercer lugar tendríamos por fin la independencia que masivamente se rteivindicó en la Diada del pasado 11-S.


Mas y Rajoy: dos presidentes y dos destinos.

Desde la celebración de la Diada  hasta la víspera de la entrevista entre Mas y Rajoy en la Moncloa, el ambiente se caldeó en Cataluña no solo por el millón y medio (o seiscientos mil, que para el caso es lo mismo) de manifestantes que acudieron a la celebración de la fiesta oficial catalana sino porque el presidente del gobierno español la infravaloró llamándola “algarabía” y el rey censuró el independentismo tildándolo de “quimera”.

Fue en ese contexto que Artur Mas acudió a Madrid con un deseo manifiesto: que Rajoy considerara la propuesta de un pacto fiscal para Cataluña “como una solución y no como un problema". Recordemos que con este pacto fiscal, Cataluña aspira a tener su propia Agencia Tributaria  para recaudar y gestionar todos los tributos e invertir los papeles que actualmente desempeñan la Generalitat y el Estado.






Rajoy rechaza el 'pacto fiscal' propuesto por Mas
Tras dos horas de infructuosa negociación, el presidente catalán salió decepcionado de su reunión con Mariano Rajoy y en la rueda de prensa que siguió a la cita, dijo que “el tema del pacto fiscal no ha ido bien, nada bien” porque Rajoy había descartado cualquier “margen de negociación”. 

Artur Mas añadió que quedaba a la espera de "una reflexión serena y positiva" por parte de todos los partidos del Parlamento catalán en una sesión a celebrar  el martes siguiente a su desencuentro con Rajoy. También dijo el presidente catalán que, tras dicha sesión, "habría que adoptar decisiones", algo que muchos interpretaron como un pre-anuncio de elecciones anticipadas en Cataluña.
Llama la atención que en ningún momento de su alocución (ignoro si lo haría en privado con Rajoy) Artur Mas pronunciara la palabra ‘independencia’, tal vez como muestra de que, en principio, se conformaba con resolver el problema fiscal que según sus tesis perjudica a Cataluña en comparación con otras autonomías .

Por su parte, el Gobierno de España se limitó a ofrecer un comunicado en el que priorizó la salida de la crisis por encima un debate autonómico y se mostró contrario al pacto fiscal por considerarlo incompatible con la Constitución.

¿Es posible la independencia de Cataluña?

A esta pregunta cabría responder con tres cuestiones:

1. La conveniencia, o no, de exigir, precisamente ahora, la independencia, utilizar la crisis como coartada y generar expectativas de que la secesión de Cataluña ayudaría a resolverla.

2. La posibilidad, o no, de que Cataluña se segregue de España sin incumplir lo que dicta la Constitución.

3. El derecho, o no, que asiste al pueblo catalán para decidir su autogobierno mediante un referéndum vinculante e independiente de lo que opine el resto de España.

Así planteado, si nos atenemos a lo que dice Constitución, solo se contempla  la existencia del pueblo español sin posibilidad de que una fracción o nacionalidad  se erija como país independiente.

Es decir, en España no existe un marco legal que permita hacer lo que sucede en otros países como Canadá o Gran Bretaña, donde es posible convocar un referéndum para que Quebec o Escocia decidan su independencia. Ni es posible un referéndum a nivel estatal ni tampoco a nivel autonómico. Nuestras leyes son tan claras y restrictivas en este sentido que claman al cielo pidiendo un aggiornamento. 

Cambiar la Constitución n0 debe ser contemplado como un 'misión casi imposible'. Recordemos que en agosto de 2011, PP y PSOE pactaron una rápida reforma de la Carta Magna para establecer un límite máximo en el endeudamiento del Estado en función del PIB y de la previsiones macroeconómicas para cada año.



Reforma constitucional

Visto lo expuesto, la primera condición para que Cataluña (el País vasco o cualquier otra fracción o nacionalidad española) consiguieran la secesión del resto del Estado, debería pasar por una reforma previa constitucional así como contar con una predisposición favorable por parte del Estado español que no debería interferir en los trámites del proceso de independencia.

Creer que solo un referéndum bastaría para conseguir la segregación de Cataluña del resto de España, o difundir esta creencia, equivaldría tanto a engañarse como a engañar. 

Llevar a cabo la segregación sería un proceso arduo (que no imposible) y predestinado a muchos años de negociaciones. Sin embargo, la sola puesta en marcha del mismo (la sola voluntad de negociar puesta de manifiesto por parte del gobierno central) colmaría muchas ansias y calmaría muchos ánimos de quienes hoy se oponen a ser españoles por imposición.


Segregación no es sinónimo de ruptura

Tal vez una revisión, y una reforma a fondo, del actual sistema de autonomías fuera un buen principio para cambiar la relación entre cada una de ellas y la administración central. En cualquier caso, sería imprescindible una mejor predisposición  negociadora por ambas partes.

La negativa tajante de Rajoy a la propuesta del pacto fiscal planteada por Artur Mas ha sido un error de estrategia que equivale a cerrar los ojos ante un problema que está ahí, delante de sus narices, delante de las narices de todo el pueblo español y soportado por las espaldas de un pueblo, el catalán, que en un elevado porcentaje quiere independizarse de España.

Consideremos que 'segregación' y 'ruptura' no tiene por qué ser sinónimos. Ejemplos tenemos, y muchos, en países como Alemania, EEUU o Suiza.


La integridad de la patria

Es preocupante que se hayan alzado voces vehementes y con rancias añoranzas que al amparo del artículo 8 de la Constitución (que cita al ejército como garante de la integridad de la patria) insinúan implacables soluciones que casi nadie desea. 

Tengamos en cuenta que las reivindicaciones del pueblo catalán están siendo  pacíficas, civilizadas y democráticas, pero consideremos también que si utilizara la fuerza para garantizar la unidad territorial española (en base al mencionado artículo 8 de la Constitución), las consecuencias podrían ser imprevisibles.


Colofón

No atender a lo que Cataluña demanda a España, así como ignorar el independentismo, no resuelve el 'problema catalán' sino mas bien acrecienta  el sentimiento nacionalista de quienes quieren la segregación.

Ignoro cual sería el resultado de un referéndum en el que los catalanes votaran por su independencia, pero defiendo el derecho a que se celebre y tengo bien claro que acataría lo que el pueblo catalán decidiera y exigiría que se ejecutara en base a la legislación, incluso modificándola si esta no posibilitara el trámite.




Alberto Soler Montagud


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