martes, 10 de abril de 2012

Religión, hipocresía, intereses creados... mentiras




Es posible que quienes prefieren verlo colgado, decorando las paredes de sus despachos,
sean quienes cada día vuelven a crucificarlo


Hace unos días compartía con con un excelente periodista, crítico de arte y sobre todo buen amigo, ciertas reflexiones en relación a la impronta de la Semana Santa en nuestra conservadora y tradicionalista sociedad. Casi a vuelta de correo, éste veterano cronista, tan sabio como viejo zorro (me encanta llamarlo así, y creo que a él también que lo haga), me hizo ver cuan curioso resulta que seamos los mas agnósticos quienes tantas veces enarbolemos una enardecida defensa del cristianismo y la figura del Jesucristo que "debería ser" y no el que tantos se empeñan en que "sea" y "se adapte" a sus egoístas necesidades ocultas tras un falso fervor religioso.


Si muchos "piadosos" cristianos fueran capaces de "ver" al Cristo que tanto invocan (una esencia abstracta con la que sería capaz de comulgar aun a pesar de mi agnosticismo) en cada pobre, en cada parado, en cada desalojado de su vivienda, en cada inmigrante con un una mochila a la espalda, en tantos y tantos seres humanos con los que coincidirían cada día en el metro si se dignaran a viajar en esos toscos y ordinarios gusanos mecánicos subterráneos...


Un Cristo colgado

Si esos hombres y mujeres, muchos de ellos de misa dominical y hasta diaria, se encontraran con "ese Cristo" y no con el de los crucifijos que tanto les gusta ver colgados de un clavo (y querrían imponer) en despachos oficiales, aulas docentes y actos de jura de cargos oficiales, otro gallo cantaría no solo para ellos sino, sobre todo, para los pobre, los no tan pobres e incluso para el mismísimo Cristo que debe estar mas que harto de la interesada manipulación que desvirtúa sus enseñanzas.


Un Cristo indignado

Porque si aquél Cristo indignado y rebelde que hace dos mil años se opuso al sistema y al orden establecido juzgara hoy nuestro "establishment" económico, político y religioso y estuviera al frente y al servicio de los verdaderamente necesitados (y no de los “necesitados” de poder y cegados por la ambición que confiesan sus pecados y quedan limpios hasta el siguiente) tal vez la crisis que ahora sufrimos nunca hubiera llegado a producirse.


Un Cristo socialmente comprometido

Sin embargo, tal vez ése Cristo socialmente sensibilizado y humanitariamente comprometido que defienden algunos cristianos y tan incómodo resulta para otros, no solo esté entre nosotros sino siempre lo haya estado.

Aunque también es posible que quienes prefieren verlo colgado en las paredes de sus despachos o exhibiendo un masoquista dolor rodeado de anónimos encapuchados en piadosas procesiones sean quienes cada día vuelven a crucificarlo cuando les niegan el pan y la sal a los que necesitan de verdadera ayuda para subsistir con una dignidad que los poderosos se empeñan en arrebatarles.


Religión, hipocresía, intereses creados... mentiras y mas mentiras.

¿Y tú, con quien estás?

6 comentarios:

  1. Nos manifestamos el 20 de abril contra los privilegios de las iglesias y por la libertad de expresión y manifestación. ¡Os esperamos!
    http://www.facebook.com/events/257616697657173/

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    1. La política que rige este blog prohibe comentarios ofensivos y/o amenazantes por parte de lectores que oculten su identidad.

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  3. LA religión es la primera mentira y a partir de este punto empieza la cadena. No es más que una superstición, que por cierto les va al pelo a ciertos grupos de poder.

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  4. En cada pobre, en cada miserable y en cada desposeido está Cristo. Basta verles la miradas, para saber que Él está ahí. Esa es su Iglesia, y no la que pretende la jerarquía eclesiástica, que reniega de la opción por los pobre.

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  5. Este argumento es aplicable para la mayoria, sino todos,aquellos grupos religiosos que se autodenominan cristianos, y sin embargo sus enseñanzas y practicas están a años luz de aquel Jesus El Cristo, que dicen que vino y murio por todos nosotros.
    Gracias por el artuculo, muy esclarecedor y reflexivo.

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