jueves, 28 de enero de 2010

CRÓNICA DE UNA FARSA: EL PP SANCIONA A RICARDO COSTA








El Comité Nacional de Derechos y Garantías del Partido Popular ha decidido sancionar a Ricardo Costa con un año de suspensión de militancia (sanción revisable que presumiblemente le permitiría regresar a la política activa en breve).

La inhabilitacion de Costa se fundamenta en la actitud que exhibió en sus controvertidas manifestaciones del pasado 14 de octubre cuando se atribuyó la condición de secretario general tras haber sido cesado preventivamente de su cargo debido a sus amistades peligrosas con miembros de la trama Gürtel en general y "el Bigotes" en particular.

En aquellas fechas, Costa desobedeció a su partido y dio muestras de indisciplina y soberbia. Precisamente por esa actitud el Partido Popular ha decidido finalmente imponerle la mencionada sanción.

Hasta aquí todo parece guardar cierta lógica.

Pero la lógica se rompe al comprobar que algo similar ocurrió con Francisco Camps cuando, a base de mentiras camufladas de verdades y proclamadas casi en olor de santidad, dio muestras de insubordinación al incumplir una tajante orden de la cúpula central de los populares y retrasar hasta el límite de la desobediencia (desautorizando así a Rajoy) el cese de Ricardo Costa cuya cabeza se le pedía en bandeja, con premura y sin dilación.

¿Por qué entonces no se sanciona también al muy honorable president?

¿Quien decide en el PP que vara de medir se debe utilizar en cada caso concreto?

¿No era igualmente peligrosa la amistad del president con su amiguito del alma (a quien quería un huevo) y comprometidas las declaraciones que ambos hicieron en las famosas grabaciones realizadas en las navidades de 2008?

¿Por qué Génova no consideró punible la sarta de mentiras con las que el más honorable de los valencianos (solo desde un punto de vista institucional y protocolario) se aferró a una indefensible postura?

¿No debería ser castigado el superior jerárquico en lugar de cebarse en la condena con un peón subordinado que solo cumplía órdenes de un jefe a quien fue leal hasta el extremo de ofrecerle (casi) su harakiri político?

Solo encuentro cuatro palabras para responder a estas preguntas: ESTO ES UNA FARSA.

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